El bautismo en el Espíritu
La idea de un “bautismo por (o en)” el Espíritu Santo viene de los evangelios, luego se filtra por los movimientos wesleyanos y de santidad, y hoy en día muchos la entienden como una “segunda obra” de Dios después de la conversión y el bautismo en agua. La experiencia y la teología de Juan Wesley apoyan en algo esta última interpretación. Wesley sabía de experiencia propia que puede pasar mucho tiempo entre la conversión y bautismo de una persona, y un posterior empoderamiento o llenura de poder espiritual. Él también enfatizaba el papel de la gracia santificadora, sobre todo por parte del Espíritu Santo, que trabaja en la persona hasta llevarle a una santificación completa.
Sin embargo, es una frase que Wesley mismo nunca usó, ni tampoco sus seguidores directos. En una carta del diciembre 1770, refiriéndose a la experiencia de entera santificación, Wesley escribió: "Si ellos quieren llamar a esto «recibir el Espíritu Santo», pueden hacerlo: lo único que la frase en ese sentido no es bíblica ni muy adecuada; porque todos «recibieron el Espíritu Santo» cuando fueron justificados.” Para Wesley, hablar de ser “bautizado en el Espíritu” corre el peligro de menospreciar la plenitud del potencial del Espíritu que todos recibimos en el bautismo en agua. Ahora, que algunos tardemos más tiempo en manifestar los diversos frutos del Espíritu, es asunto de nuestro propio discipulado y disposición. Pero la tardanza no se explica por falta del Espíritu.
Muchos asocian el “bautismo en el Espíritu” con actos dramáticos, sobre todo el hablar en lenguas. Hay que recordar que para Wesley, la entera santificación, que es lo mismo que la llenura del Espíritu, se resume en dos palabras: amor perfecto. Veamos qué dice Wesley: "Si buscan otra cosa que no sea tener más amor, se han desviado de la meta, se están apartando del buen camino. Cada vez que le preguntan a otra persona si ha recibido tal o cual bendición, se equivocan si están pensando en otra cosa que no sea más amor; les están apartando del camino y guiándoles por un sendero equivocado.”
Viendo esta idea más claramente, podemos ver dos énfasis de Wesley: la llenura del Espíritu es el fruto de un proceso que comienza en el bautismo en agua, y no es ajena a él; y esta llenura se entiende mejor como amor perfecto para con Dios y nuestro prójimo.