El Día Aldersgate
Este día, el 24 de mayo, se celebra en la gran familia wesleyana como el Día Aldersgate, por el nombre de la calle en Londres donde Juan Wesley tuvo una experiencia muy impactante en 1738. Algunos dicen que fue el momento de su "conversión," pero Wesley mismo nunca lo veía así, ni tampoco lo incluía en su lista de fechas y momentos importantes durante su vida. Otros lo llaman su "conversión evangélica," por decir que fue el momento cuando Wesley se entregó al poder del evangelio en su vida.
Lo que sí está claro es que esa fue la noche, ahí reunido con un grupo de hermanos, escuchando a uno leer del prólogo de Martin Lutero sobre la carta a los Romanos, cuando Wesley supo de una vez y para siempre que Cristo había muerto por sus pecados y que ahora tenía el poder del Espíritu Santo morando en él. Antes conocía acerca de estas verdades de forma general, pero ahora podía experimentarlas en su propia vida. Es decir, él tenía la seguridad de su salvación. Para Wesley, esta idea del derecho de cada creyente de sentir con firmeza que es hijo/a de Dios, era una idea claramente bíblica, pero que se había olvidado en la Iglesia. Él lo veía sobre todo en Romanos 8:16: "Y el Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios." Esta es una tarea común del Espíritu Santo, si tan solo se la reconocemos: ayudarnos a sentir la seguridad de nuestra salvación.
Esta seguridad no implica que no hay tormentas en la vida o noches oscuras del alma. Claro que las hay y las habrá. Pero esta seguridad es un ancla en cualquier tormenta. Tampoco se implica que uno no puede perder su salvación. Sí se puede perder, se puede naufragar en la fe (1 Tim 1:19), abusando del mismo libre albedrío que Dios nos da. Pero los altibajos del caminar cristiano no significan mayor o menor grado de salvación. Podemos caminar adelante con la firmeza de ser salvos como estrella que nos guía.
Vivimos en un mundo evangélico donde se dice que por tal o tal pecado, uno "ha perdido la salvación." Donde si uno no muestra tal o tal don espiritual específico, uno "no tiene el Espíritu Santo." Amados, esto no es bíblico, y Wesley jamás hubiera apoyado tales ideas. La verdad central de la experiencia de Wesley aquella noche es que Cristo regala, por medio de su Espíritu, la certeza de su salvación a cualquier que viene a Él en fe con un corazón arrepentido. Hoy y siempre, rescatemos, enseñemos y celebremos este gran regalo de nuestro Salvador.