Cuando Jesús se comió doce ostras
Juan Wesley fue un hombre muy erudito y estudioso. Recibió su educación en la famosísima Universidad de Oxford, era un maestro de la lógica, y siempre tenía a mano una cita de los poetas y filósofos de la antigua Roma. Pero todo eso no le hizo arrogante ni prejuicioso en cuanto a personas con menos estudios. De hecho, como el movimiento metodista en Gran Bretaña nunca llegó a convertirse en una iglesia, Wesley reclutaba y preparaba un ejército de laicos para llevar a cabo el ministerio, muchos de ellos personas de situaciones muy humildes. Claro que esta táctica provocó burla y críticas entre el clero de la Iglesia de Inglaterra, la oficial. Wesley vio la gran ironía de sacerdotes oficiales con muchos estudios académicos pero poco don de comunicación, negando el derecho a predicar a muchos que sí eran comunicadores efectivos del evangelio. A cambio, Wesley juzgaba por los frutos.
Este principio se muestra mejor en una anécdota famosa de Wesley. Una vez visitó una casa de reunión donde un hermano laico estaba dando el mensaje. Enseñaba sobre Lucas 19:21, la parábola de los siervos del hombre rico. El último siervo admite que solo guardó el dinero que el maestro le dio por temor a provocar la ira de éste. La Reina Valera dice que el siervo habla de su maestro como "hombre severo," que en el inglés de Wesley era "an austere man," un hombre austero, duro. Pero como la palabra "austero" en inglés suena como la palabra "oyster" (ostra), el hermano se confundió y comenzó a hablar de ostras. Habló de los pescadores de ostras, y como estos tienen que dejar atrás su hábitat natural, que es el aire, y sumergirse en un ambiente ajeno, el agua, para ir en pos de ostras y perlas preciosas. Los pescadores se cortan las manos abriendo las conchas filosas, pero vale la pena para conseguir el tesoro que hay adentro. Y una vez que lo tengan, suben de nuevo a la luz, el aire, y el calor del sol– su hábitat natural. De la misma forma, Cristo abandonó el cielo para venir a la tierra a salvarnos, fue herido en sus manos, pero ahora subió de vuelta a su trono celestial con el tesoro de nuestra salvación eterna en sus manos. El hombre dio toda esta explicación metafórica y poética...a base de un mal entendido de una palabra del verso. Doce personas se convirtieron al evangelio esa noche.
Luego, alguien se acercó a Wesley a quejarse del error y de la poca formación de algunos predicadores laicos. Wesley solo replicó, "No importa, esta noche Jesús se comió doce ostras." Que debamos prepararnos académicamente, claro que sí. Que nos quedemos en ignorancia y error, Dios guarde. Pero siempre debemos juzgar una enseñanza por su base en Cristo y por sus frutos, no por el aspecto de la persona que la predica.