Envejecer como Wesley
Este mes, precisamente el 28 de junio, conmemoramos el cumpleaños de Juan Wesley en 1703. (La fecha original fue el 17 según el calendario en uso en Inglaterra en aquel entonces, luego se cambió y la fecha pasó al 28 de junio). En algún momento Wesley comenzó a reflexionar en su diario sobre su cumpleaños. Solía comentar acerca de sus fuerzas comparadas con el pasado, su salud, su actividad, y la gracia continua de Dios en su vida. Por ejemplo, en 1786 escribe así: "El miércoles 28 cumplí ochenta y tres años. Yo mismo estoy asombrado. Ahora hace doce años que no he tenido sensación de fatiga. Nunca estoy cansado (¡tal es la bondad de Dios!) ni al escribir, al predicar o viajar. Una causa natural sin duda es mi ejercicio continuo y cambio de aire. Cómo este último contribuye a la salud no lo sé, pero ciertamente lo hace."
Wesley sí mantenía un ritmo alto de actividad, tanto física como intelectual, y eso seguramente contribuyó a su longevidad, tal como recomiendan muchos médicos hoy en día. Pero él también estaba seguro del papel de Dios en preservar su vida a lo largo de tantos años. En 1784 escribe en su diario, "Hoy empieza mi octogésimosegundo año, y me encuentro tan fuerte como siempre para trabajar, y en buena forma física y mental para cualquier ejercicio, como si tuviera cuarenta años. No le imputo esto a causas secundarias, sino solamente al soberano Señor de todo. Él es el que ordena que el sol de la vida permanezca, por el tiempo que a él le plazca... Solamente podemos decir, ¡El Señor reina! ¡Mientras vivamos, vivamos para él!"
Pero un hecho triste es que Wesley envejecía en una época cuando la medicina era rudimentaria, y muchas más personas se morían más jóvenes que ahora. De hecho, en su reflexión en 1786, citada arriba, el párrafo justo después describe esta escena: "Esta mañana, Abigail Pilsworth, de catorce años de edad, nació al mundo de los espíritus. Hablé con ella la noche anterior y encontré que estaba lista para el novio. Pocas horas después, durmió tranquilamente. Cuando fuimos al cuarto donde sus restos yacían, quedamos sorprendidos. Un cuerpo más bello nunca vi. Todos cantamos, ‘Oh muerte, tu bella figura a todas en la tierra excede, pues nada superar puede de un cuerpo inerte la dulce hermosura.’ Todos los presentes lloraron. Y en todos (con excepción de la madre, que con mucho dolor, pero no como una sin esperanza) había lágrimas de esperanza. Oh muerte, ¿dónde está tu aguijón?"
Aunque Wesley gozaba de salud y una edad avanzada, sabía muy bien que no es así para todos. Los años que tenemos en este mundo pueden ser largos como Wesley, o trágicamente cortos. Pero el consejo de Wesley es doble: encontrarnos en Cristo nos da esperanza de vida entera, y mientras vivamos en este mundo que nuestras vidas sean para Él.
(Puede leer de los diarios de Wesley en el Tomo 12 de las Obras de Wesley, disponible como descarga gratuita aquí).