¿Quién es tu Nínive?

Muchas veces contamos la historia del profeta Jonás como si fuera un fracasado, un cobarde amargado en la panza de una ballena. Pero si le juzgamos por los resultados, podemos decir (con buena dosis de ironía) ¡que fue un superpredicador! Cuando por fin llega a Nínive, solo tarda un par de días en recorrer la ciudad anunciando el juicio de Dios, y el resultado es que se convierten los miles de habitantes de la ciudad y ¡hasta el rey! No sé usted, pero muchos predicadores hoy envidiarían tanta eficacia en su mensaje.

El problema de Jonás, como bien sabemos, es que no quería que ninguno de los que se convirtieron de verdad se convirtiera. Para él, la maldad de los habitantes de la ciudad hizo que merecieran su destrucción, y él no quería poner pie en una ciudad tal malvada para salvarles. ¿Para qué hablarles de Dios, si se merecen lo que les venga encima?

En tiempos de Jonás, Nínive era una ciudad. Pero hoy, para usted y para mí, "Nínive" puede ser una persona, la persona que no quiero que escuche de Dios. Hay personas que nos caen mal, que nos han lastimado, que siempre nos "buscan". A veces a ellos no queremos mostrarles el evangelio de Cristo, más bien queremos que les llegue el juicio de Dios y no su amor. Qué feo suena eso, ¿verdad? Casi nadie lo diría en voz alta. Pero es una actitud que podemos tener a veces, que se muestra en lo que no hacemos: no oramos por ellos, no les hablamos, no les reconfortamos, no les visitamos, no preguntamos por ellos. Es decir, huimos de ellos. Huimos como Jonás de la responsabilidad de mostrar el amor Dios a todos. No niego lo difícil que es acercarse a los que nos han lastimado. Tragar nuestro ego y exponer nuestro corazón son tareas que solo el Espíritu Santo nos puede ayudar a llevar a cabo. Pero es nuestro llamado de Dios, el "Id..." de la Gran Comisión, y no nos compete decir a quién ir.

Aquí, como en muchos casos difíciles en la vida, Juan Wesley nos tiene un consejo. En su comentario sobre Jonás, capítulo 4, verso 11, escribe así, como si fuera Dios hablando: "[Cuando dice "...y muchos animales."] Junto con los hombres, las mujeres y los niños que están en Nínive, hay muchas otras criaturas mías que no son pecadores, y mi misericordia tierna está y estará sobre toda mi creación. Si tú quisieras ser su verdugo, pues yo seré su Dios. Ve, Jonás, descansa y sé agradecido. Aquella bondad que salvó a Nínive, también te ha salvado en esto, tu arrogancia imperdonable. Seré para un Nínive arrepentido lo que soy para tí: un Dios lleno de gracia y misericordia, lento para la ira y de gran bondad, y me volveré del mal que tú y ellos se merecen."

Cuando hay alguien en nuestra vida a quien nos cuesta acercarnos con bondad o amabilidad, y cuando no queremos hacerle caso al Espíritu Santo quien nos empuja hacia esa persona para hablarles de Cristo, por lo "mala" que es...recordemos que si Dios ha tenido misericordia de mí ¿quién soy yo para negársela a otro? Más nos vale pedir fuerzas para hacer esto aquí y ahora, que darnos cuenta dentro de una ballena.

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